Mi
matrona (a la que agradezco enormemente su ayuda, porque gracias a sus clases
mi embarazo y mi parto fueron una maravilla), era una suma defensora de la
lactancia materna, lo que incluía co-lecho, lactancia a demanda cada 2 horas o
menos, y mantenida todo el tiempo que el niño quisiera.
Si
bien para el parto su ayuda fue inestimable, con la lactancia no lo fue tanto,
de hecho creo que por sus comentarios mis problemas fueron aún mayores.
Como
ya he contado, mi parto fue una maravilla y al poco de entrar en la habitación
de reanimación mi peque se agarró al pecho. El matrón que me atendió en el
parto me dijo cómo colocarme para que me subiese la leche y el bebé se agarrase
bien.
Se
agarró nada más ponerle al pecho y así fue durante los dos días que estuvimos
en el hospital.
Los
primeros días en casa fueron maravillosos. Por fin puede descansar tras tres
noches sin dormir y todo parecía ir perfecto, pero de repente se torció, y sigo
sin saber por qué.
Mi
peque empezó a llorar, casi a todas horas, sobretodo después de las tomas, que
eran larguísimas. Le tenía en cada pecho de 20 minutos a media hora y como las
tomas eran cada dos horas, o dos horas y medias, entre la toma, los gases, el
cambio y dormirle, cuando acababa apenas me quedaban 45 minutos para la
siguiente toma.
Fuimos
a la primera consulta del pediatra. Le pesó y como había perdido peso, me dijo
que le pusiera biberones de apoyo. ¡¡Yo me quería morir!!. A los dos días
fuimos a las reuniones de lactancia materna con la misma matrona que me dio las
clases de preparación al parto y me dijo que ni se me ocurriese. Lo que tenía
que hacer es ponerle al pecho cada hora y media o dos horas como mucho, para
producir más leche y que no se me ocurriese darle nada de biberón.
A
todo esto se suman los comentarios y las presiones de la familia y el entorno.
“No te preocupes, si le das biberón pues ya está, tampoco pasa nada”, “no, no,
no se te ocurra, como el pecho nada, y si le pones al pecho al final todo irá
bien”, “pero dale el biberón, ¿no ves cómo llora? Le vas a matar de hambre” (no
voy a comentar cómo me sentí cuando escuché este comentario en especial).
Yo
lo intenté todo. Vivía pegada a mi peque, pero se resistía a tomar del pecho.
Me costaba una barbaridad que me los vaciase, de hecho no lo hacía nunca, sin
embargo parecía que se quedaba con hambre.
Incluso
intenté darle el pecho con una sonda puesta, para que tomase la leche de
fórmula, pero sin darle biberón, como me aconsejó una amiga que vive en Madrid
y que usó ese método, pero en Mérida me resultó muy imposible encontrar una
sonda y la que utilicé no servía.
Llevaba
así más de un mes cuando, desesperada, llamé a mi hermana por teléfono. “Busca
por donde sea el sacaleches eléctrico de Medela, que me han dicho que es el
mejor”. Mi hermana se presentó en poco tiempo en casa con mi “tabla
salvavidas”.
La verdad es que se convirtió en un verdadero
sacrificio, pero por lo menos me dio el tiempo suficiente para hacerme a la
idea de que no iba a poder seguir con el pecho mucho tiempo y que tendría que
pasar a la lactancia artificial más pronto que tarde.
Me
ponía a mi peque al pecho, hacíamos la toma hasta que “se cansaba” y luego le
daba un biberón con la leche que me había sacado en la toma anterior. Cuando
acababa, si había alguien, esta persona se encargaba de cambiarle y dormirle,
mientras yo me sacaba la leche que “me había sobrado” de la toma. Si estaba
sola me tocaba primero cambiarle y dormirle y luego sacarme la leche. Es decir, como mucho me quedaban 20 ó 30
minutos para la siguiente toma.
Todavía
no sé porqué, si a mí me quedaba leche en el pecho, no seguía mamando, pero en
cambio se quedaba con hambre. Pero he decidido no darle más vueltas al tema si
quiero seguir sana mentalmente.
Comencé
a darle tomas de biberón de mi leche con más cantidad, para poder alargar las
tomas, pero entre una y otra me sacaba la leche, para seguir produciendo.
A
los 4 meses decidí dejar de sacarme la leche entre toma y toma, porque no tenía
tiempo para nada, así que tenía que darle algunos de los biberones con leche de
fórmula. Poco a poco iba teniendo menos
leche. Cuando de las 5 tomas que hacía 4 eran con leche de fórmula, dejé de
sacarme la leche.
Habían
pasado más de 5 meses cuando abandoné a Medela por completo. Me seguía poniendo
a mi peque al pecho, y después le daba el biberón, pero dejé de exprimirme como
una naranja.
Llegó
un momento en que apenas se enganchaba 1 minuto al pecho, así que a los 6 meses
y algo abandonamos definitivamente el pecho para hacer una lactancia artificial
completa.
Me
habría encantado darle sólo pecho, y me habría encantado mantenerlo el mayor
tiempo posible, pero no ha podido ser.
Durante
varios meses, en vez de sentirme feliz por haber formado una familia
maravillosa y porque mi peque rebosaba de salud, estaba con un bajón tremendo
por la culpabilidad que sentía por no poder darle el pecho.
Ni
la matrona, ni el grupo de lactancia supieron ayudarme con mi problema, al
contrario, me hicieron sentir mucho peor.
Espero
tener otro hijo, y espero poder darle el pecho, pero si no puede ser no me
sentiré culpable por ello. Yo podía haber estado más feliz y tranquila, lo que
también hubiese sido mucho mejor para mi peque, pero el entorno no fue el mejor
del que me pude rodear.
Con
este panorama lo de que mi aspecto fuese algo completamente circunstancial es
comprensible ¿no?. Pero ya he olvidado completamente este capítulo, al menos ya
no me siento culpable para nada, los horarios son ahora mucho más flexibles,
veo la vida con mucho mejor humor y estoy encantada con mi churri, con mi
peque, con mis amigos, con mis compañeros y con todo lo demás, así que prometo
dedicar más tiempo a mi misma y a cuidarme y prometo que la lactancia no
volverá a ser un quebradero de cabeza.
La lactancia debería ser un momento placentero, sobretodo si somos nosotras las que lo elegimos. Me da mucha rabia que suframos tanto con estos temas y no consigamos disfrutar del momento. No deberían hacernos sentir mal... Yo tampoco fuí persona hasta que empecé a darle leche artificial y la niña está feliz y cada día más gordita ^^
ResponderEliminarEntiéndeme, que no digo que la lactancia materna sea mala, lo que digo es que no deberíamos estresarnos si no conseguimos que sea perfecta...
Un besote!
Exactamente eso es lo que quería decir, aunque a lo mejor me he enrollado demasiado. Soy defensora a ultranza de la leche materna, si se puede, porque por mucho que se empeñen algunas, a veces no se puede y surgen problemas. El sentimiento de culpabilidad y la impotencia que yo sentí me niego a sentirlas de nuevo, porque no fue mi culpa, porque quiero a Peque igual o más que las madres que dan de mamar a sus hijos dos años, porque los primeros meses de maternidad deberían estar cargados de momentos felices y memorables, y no de tensión y desconsuelo....
ResponderEliminarLo dicho Peque no tiene un año y pesa más de doce kilos, su salud es estupenda, es feliz con su familia, se desarrolla con normalidad, así que otras preocupaciones son completamente innecesarias.
Totalmente de acuerdo con Star! :P soy de las tuyas y bueno ya tendremos otra oportunidad.
ResponderEliminarUn besote desmadroso
Un besazo para la mejor madre desmadrosa del mundo.
ResponderEliminarVaya paciencia, 4 meses con el sacaleches.. Yo he estado unas semanas y menos mal que he conseguido q me cogiera el pecho, no quiero saber nada más de él
ResponderEliminarLa lactancia no es fácil.. Hay q tener constancia y buena ayuda.
Besos!
Padresenpañales.com
¡¡Enhorabuena!! Espero que tu LM sea duradera y lo más fácil posible.
EliminarBesos.