Además, la mamá más friki que conozco le ha escrito una preciosa carta a su hijo, con motivo de su reincorporación al trabajo. En ella queda claro que, pese a ser su segundo hijo, no por ello le cuesta menos separarse de él, justo en el momento en el que más está disfrutando de su compañía.
Por otro lado, mi querida Peineta lleva varios días enfrentándose a unos días muy duros ya que ella lo tiene todavía más difícil, tiene que encontrar a quien se quede con la pequeña Neskatilla. Nunca he tenido que enfrentarme a esa situación, pero estoy segura de que tiene que ser muy difícil. Por supuesto, ella también escribió su particular post sobre la no conciliación, con el arte que sólo ella tiene.
A mí todavía me queda para enfrentarme a ese momento, pero vean ustedes, sumando el permiso de maternidad (esas irrisorias 16 semanas, usease, 112 días), la lactancia acumulada (28 días) y las vacaciones del año pasado, de las que no disfruté porque las quise reservar para esta situación (18 días) podré disfrutar de escasos 158 días de mi hijo. Es cierto que me quedan las vacaciones de este año, y algún día sumaré a estos 158, pero también es cierto que tengo que reservar dos semanas para septiembre, porque Peque el próximo curso empieza el colegio, y esas dos primeras semanas tienen horario de adaptación, y también quiero estar con él en esos momentos.
Y encima, tengo que considerarme afortunada, ya que la acumulación de las horas de lactancia y el poder disfrutar de las vacaciones del año pasado durante éste no se puede hacer en la mayoría de los trabajos.
Otro motivo por el que tengo más suerte que otras madres es que puedo contar con mi madre. Está jubilada y estupenda, así que se hará cargo de mis hijos cuando tenga que incorporarme al trabajo, algo que, sinceramente, da mucha tranquilidad y además, no me obligará a sacar a mis hijos de casa a las 7:15, que es a la hora que yo salgo ¿a qué hora tendría que levantarles a los pobres?
Pero, sinceramente, ni el hecho de contar con 40 días más que otras madres ni el de tener la tranquilidad de dejar a mis hijos con mi madre me hacen sentirme afortunada. No me sirve de consuelo. Porque no lo es. El estar en una situación mejor que la de otras madres no significa que la mía sea buena. Ni para mí ni para mi hijo.
Él se merece más, mucho más.
Se merece estar más tiempo con su madre.
Se merece que le dé el pecho en exclusiva hasta los 6 meses. Con Peque no pude, pero la lactancia con Hermanito sí que la he conseguido, con mucho esfuerzo, y los magníficos políticos que nos gobiernan me obligrán a dejarla a los 5 meses (y eso porque pertenezco al club de las "afortunadas", otras la tienen que dejar a los 4)
Se merece que esté con él la primera vez que diga papá, y mamá.
Se merece que sea yo a la que se dirija cuando dé sus primeros pasos.
Se merece seguir despertándose a mi lado cada mañana.
Y eso por sólo nombrar algunas.
Por mi parte, me merezco disfrutar de mis hijos, verles crecer, estar con ellos en sus primeras veces, ser yo la que les cuide si se ponen enfermos, ...
Pero gracias a las maravillosas políticas familiares que tenemos aquí en este desarrollado país, a partir del quinto mes (y recordad, eso porque tengo suerte) faltaré cada día 8 horas de sus vidas (y dando gracias, porque podrían ser más, pero como tengo jornada continuada y sólo tardo 10 minutos en ir de casa al trabajo, pues serán sólo 8 horas).
Yo ya no podré disfrutar de ningún permiso de maternidad en condiciones, que permita, al menos, estar el primer año de vida de tu hijo con él, pero haré lo posible para que mis hijos y sus parejas sí puedan disfrutarlo.
Y eso es sólo es el principio, luego vienen los problemas de conciliación con las semanas de adaptación al colegio, con las vacaciones, cuando se pongan enfermos, ....
De verdad, no sé cómo lo hacen los padres que no cuentan con la ayuda de su familia cerca y que además trabajan a jornada partida ¡¡os merecéis un premio!!
A ver cuándo los políticos se enteran de que este país está formado por personas, y para eso es necesario que las mujeres tengamos hijos, algo que cada vez ellos nos ponen más difícil.
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Peque & Hermanito |