17 de junio de 2015

El graduado

     Pues sí, así es la cosa, ya tenemos a un Señor Graduado en casa. Y no es que el Churri haya sacado un Grado nin nada por el estilo, es que nuestro Peque se ha graduado en la Escuela Infantil, vamos, los que todos conocemos por "Guardería".
     Cuando empecé a ver amigas, con hijos mayores que yo, que iban a las "graduaciones" de sus hijos en las guarderías o los primeros años de infantil, me reía de ellas. Es que me parecía muy gracioso, la verdad. ¿De qué te vas a graduar? ¿De primero de pañal? ¿De cómo pringar de plastilina el último rincón del aula?
     Pero ahora lo entiendo. Acabar la guardería, o la Escuela Infantil, es un paso importante. El próximo año empezarán en el "Colegio de Mayores", y ya tendrán que comer solos, e ir al baño solos, aprender las letras y los números, pasar muchas más horas en esos centros, ...
     Además, os aseguro que hablo con conocimiento de causa. Muchos sabréis, si me leéis desde hace algún tiempo (y si no podéis hacerlo aquí, o aquí, o aquí, o aquí), que me pensé mucho lo de llevar a Peque a la guardería o no, ya que tengo la suerte de poder contar con mis padres. Al final, por no sobrecargar de trabajo a mis padres, porque no consintiera demasiado a Peque y porque socializara con más niños de su edad, nos decantamos por llevarle a un centro infantil.
     A mí me gustaba uno, pero no tenía plaza, así que le llevamos a otro del que también nos habían hablado muy bien. Peque estuvo todo el año entrando a lágrima viva, y no sólo eso, cuando empecé a recibir fotos de lo que hacía en la guardería, allá por mayo, siempre se le veía solo, apartado de los compañeros, con cara seria, así que en verano le quité.
     Sopesé la idea de no llevarle a ninguna otra guardería, pero en la que quería apuntarle al principio había plazas para niños de 2-3 años y, teniendo en cuenta que al año siguiente tenía que empezar el colegio, creía que era mejor que estuviese acostumbrado a ir a la guardería y estar con más niños. Total, que decidimos, apuntarle, aunque yo tenía claro que me daba el plazo de un mes para ver que mi hijo se estaba adaptando perfectamente.
     El centro elegido fue la Escuela Infantil Meridín y no podemos estar más contentos. Todo el personal es un verdadero encanto, Peque no sólo adora a su profe y a los dueños de la guarde, Isabel y Emerio, también al resto de profesoras que trabajan con otros grupos.
     Han trabajado mucho con los niños a nivel educativo (prueba de ello son las tres libretas de fichas que nos han entregado más las múltiples manualidades que han hecho en fechas señaladas), y también a nivel emocional. Mi hijo ha hecho sus primeras amistades en esta escuela, han conseguido no sólo que no entre llorando, si no que me dé un beso y entre alegremente por la puerta. Me habla encantado de sus amigos y de las "señoritas" y le encanta que quedemos con esos amigos por las tardes.
     Por mi parte, la comunicación con ellos es maravillosa, se encargan de tenernos al día de todo, nos hacen partícipes de las actividades que hacen y sobretodo, puedo estar segura de que no "entretienen" a mi hijo mientras está allí. Le educan, le enseñan, le dan cariño, le han proporcionado sus primeras amistades, ...
     En fin, que me va a dar pena que Peque deje esta Escuela Infantil (aunque me encanta que siga creciendo y adoro ver cómo crece y se va convirtiendo en un niño y deja de ser un bebé), pero en unos meses Hermanito pasará a formar parte de esa familia y tendré la tranquilidad de que estará en las mejores manos.
     Por todo esto, el pasado viernes fuimos a la fiesta de graduación de la Escuela Infantil emocionados, y reconozco que, al oír el discurso de despedida de las profesoras, me emocioné.
     Perdonadme esta entrada que es un poco "ñoña". Sabéis que no es mi estilo, pero en ese centro hacen un gran trabajo, y ésta es mi forma de agradecer cómo se han portado con mi hijo.

   
     Gracias Gloria, Isabel, Cristina, Isabel, Rocío, Emerio, Jenny y Mª José por darle alas a Peque y enseñarles a volar.

9 de junio de 2015

Se acabó

     Se acabó la mísera baja por maternidad que dura 16 tristes semanas, es decir, ni 4 meses.
   
     Se acabó el cortísimo período de acumulación de lactancia que se extiende sólo durante 28 días. Y es que, que alguien me explique, por favor, si la OMS recomienda 6 meses de lactancia materna en exclusiva ¿por qué nos mandan a trabajar a los 140 días de parir? En ese momento el bebé tiene poco más de 4 meses y medio.

     Se acabó el margen que me daban las vacaciones que no me pedí el año pasado reservándolas para este momento, con lo que cuando me incorpore a trabajar mi hijo tendrá, exactamente, 5 meses y medio. Es decir, nos quedarán 15 días para llegar a los 6 meses de lactancia materna exclusiva. Y la verdad, no sé si lo vamos a conseguir. Porque tendré que salir a las 7:15 de casa y llegaré, con suerte, a las 15:15.

     No me sirve de consuelo vivir en una ciudad pequeña que me permitirá llegar a casa desde el trabajo en sólo 15 minutos.

     No me sirve de consuelo los malabares que voy a hacer con mi madre para intentar darle una  mini-toma a mitad de mañana.

     No me sirve de consuelo pensar que soy una afortunada que ha podido acumular la lactancia y las vacaciones del año pasado, ya que otras muchas no pueden y se deben incorporar cuando sus hijos no tienen ni 4 meses. Y mejor no hablamos de las autónomas.

     No me sirve de consuelo que en otros países más "desarrollados" tengan bajas más cortas (e incluso inexistentes)

     No me sirve de consuelo que la generación anterior la baja de maternidad se limitase a la cuarentena, y eso si no comenzaba antes del parto, porque en ese caso, se restaban a los días posteriores al parto.

     No me sirve de consuelo que me queden vacaciones pendientes de este año, porque como soy bimadre, tengo que reservarlas para el período de adaptación al colegio de Peque, que este año ya abandona la guardería.

     No me sirve de consuelo que mis padres estén jubilados y en perfectas condiciones para hacerse cargo de mis hijos, y así evitar que tengan que pasar largas horas en una guardería con tan sólo 5 meses.

     No me sirve de consuelo ser una de las personas afortunadas que tiene trabajo con el que poder mantener a sus hijos y al que poder volver después del parto

    Así que, perdonadme, pero durante unos días estaré triste, cabreada, decepcionada, y de mal humor, porque ya no seré yo la que despierte a mis hijos, porque mi bebé no podrá tener la lactancia materna a demanda que se aconseja hasta los 6 meses, porque me perderé muchas de las primeras veces de mi hijo, esas que nunca se repiten (su primera palabra, sus primeros pasos, ... es muy probable que eso lo haga durante mi jornada de trabajo) y porque esta imagen ya no se repetirá tanto como a mí me gustaría