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3 de noviembre de 2013

"Simbiotización"

    (Nota, esta entrada también estaba programada para la semana pasada, pero ya sabéis, lo mío no es la tecnología)

   Ya lo sé “simbiotización” no existe, pero sólo porque no hay muchas madres en la RAE, porque si las hubiese, este término se habría acuñado hace ya mucho tiempo.
   Tengo una amiga con una niña de 4 años que me decía, cuando la peque sólo tenía unos meses, que todas las enfermedades que cogía la niña se las pegaba a ella, algo que no le pasaba con los adultos, como por ejemplo, con su marido.
   Yo no le creía demasiado, suponía que habría otra explicación, o que sería casualidad, pero como otras muchas veces me ha pasado desde que soy madre, me he tenido que tragar mis palabras.
   Churri y yo llevamos conviviendo muchos años (él lleva la cuenta mejor que yo), y raro era que nos contagiásemos un triste resfriado. Lo  mismo ocurría antes en casa de mis padres, cada uno pasaba sus males por su cuenta, sin tener nada que  ver con los demás.
   Pero fue llegar a casa Peque y la cosa cambió. Si Peque se resfría, ya sé yo  lo que me va a ocurrir a mí. Lo mismo si tiene gastroenteritis, o si se estriñe, o lo que sea. Y no sólo eso, sino que pasamos por las mismas fases. Toses, mocos, fiebre, dolor de garganta, diarrea, etc.
                                     Aquí, hasta el osito se ha contagiado                                                                                                                Fuentes: elantigripal.blosgpot.com; desmotivaciones.es; clubnatacionsanroque.blospot.com; demedicina.com; www.kidspot.com.au; www.radiolt12.com.ar; it.123rf.com; utrerasalud.blogspot.com


   Tras varios episodios del estilo he llegado a una conclusión, la simbiotización tiene un sentido, no sólo fastidiar al adulto que la sufre. Su función es que entendamos a los niños. A las #malasmadres como yo el sentido común no siempre nos funciona bien y hay veces que, por más que observe a Peque, no entiendo lo que quiere decir o qué muestran las señales que intenta mandarme. Pero si sufro exactamente su misma enfermedad, con los mismos síntomas, es bastante más fácil saber cómo se encuentra y qué necesita.
   Así que, por ese lado, aunque lleve en este otoño más resfriados que en un año, en parte agradezco esa simbiotización que tenemos.
   Sólo espero que, una vez que Peque domine completamente el vocabulario y sepa ya expresarme de forma oral los males que está sufriendo, ése sea suficiente motivo para que no me pegue absolutamente todos y cada uno de los virus que pasan por su pequeño cuerpecito (y que en el mío parecen hacer bastante más efecto).
   Y a vosotros ¿os pasa lo mismo que a mí? ¿habéis encontrado solución al problema?