Durante las 37 semanas y media que duró mi
embarazo me cansé de escuchar todo tipo de historias sobre el parto.
A pesar de todo, no consiguieron asustarme.
Tenía muy claro que parir, tenía que parir, no quedaba más remedio, lo que
viniese en camino no se iba a quedar ahí dentro por siempre jamás.
Tenía miedo de que algo saliese mal, pero no
del dolor, porque además de estar segura de que no me quedaba otro remedio,
sabía que eso pasaba. Podía ser más o menos largo, pero estaba claro que tendría
un final.
Lo que me daba miedo (y me lo sigue dando) es
el después. La crianza de un bebé, su educación, los problemas a los que nos
podamos enfrentar, que sea siempre una persona sana y feliz, que no ocurra
ningún accidente grave, etc., etc. Me daba miedo y me sigue dando, creo que eso
va a ser algo crónico, de lo que no me libraré mientras viva.
Pero de lo que nadie me habló fue del
“puerperio”. Pero si es que hasta la propia palabra echa para atrás.
Resulta que yo tuve un parto de libro (a las0
0:00 comenzaron las molestias, a las 04:00 estábamos camino del hospital y a
las 06:05 tenía a mi peque en brazos, después de parir en la cama –sí, sí, en
la cama, no en ese horrible potro-, sin epidural, ni episiotomía, ni oxitocina
ni nada)
La lactancia también parecía que iba a estar
chupada (jeje, qué humor, con doble sentido y todo), porque mi peque se agarró
al pecho nada más entrar en reanimación.
Y qué decir de mi bebé, todo era comer y
dormir, nada que objetar.
Pero la cosa no quedó así, por desgracia. El
parto fue una maravilla, pero hice tanto esfuerzo (todo el mundo habla de lo
que pesan y miden sus hijos al nacer, pero nadie habla de lo que le miden las
cabezas – que es lo primero que sale y lo que más duele - ) que las hemorroides
que me salieron me hacían parecer un mandril. Me dieron varios puntos porque me
rajé, pero a mí ni me molestaban de lo que me dolían las dichosas hemorroides.
El caso es que estuve casi 15 días que no podía dar más de 20 pasos seguidos, y
no muy rápidos.
Lo de la lactancia también se torció ¡¡y de
qué manera!! Pero desde luego eso va en un post aparte.
Y lo del bebé de anuncio, de comer y dormir,
pues también se fastidió. Bien porque evolucionó así y punto, bien por los
problemas por la lactancia, o bien porque yo me encontraba bastante baja, mi
peque comenzó a llorar a todas horas (menos mal que por las noches dejaba
dormir, eso sí, con sus tomas cada 3 horas como mucho).
Entre los llantos y las tomas no podía
separarme de él. Ducharme a diario era todo un reto y para lavarme y secarme el
pelo tenía que montar un auténtico batallón en casa.
Así que lo de cuidarme después del parto como
lo había hecho durante el embarazo se me hizo imposible. El poco tiempo libre,
el desánimo, el cansancio, no me animaban a cuidarme. Como consecuencia, me
veía mal en el espejo, y esto me desanimaba aún más, así que era la pescadilla
que se mordía la cola.
El caso es que han pasado 10 meses y, aunque
sólo puse 10 kilos durante el embarazo, todavía me sobran 2 y medio, me han
salido algunas estrías en la barriga, que no tenía antes, y mi estilo deja
bastante que desear.
Hay que tener en cuenta que la situación
económica tampoco me permite renovar el vestuario ni someterme a fabulosos
tratamientos de belleza, pero ya me he plantado.
No podré hacer grandes progresos, y tendré
que aceptar que mi cuerpo no volverá a ser como antes, pero tampoco me voy a
echar a perder.
Hace 1 semana que comencé con la “operación
vuelta atrás”. He reducido el consumo de grasas (léase guarrerías, chuches,
patatas y demás), he aumentado la velocidad en los paseos con mi peque y he
comenzado a cuidarme.
De momento estoy usando una crema
anticelulítica, efecto calor, de Deliplus, a ver qué tal funciona.
Voy a volver a comenzar a usar el
aceite de almendras dulces, también de Deliplus. Será difícil quitar las
estrías que me han salido, pero intentaré evitar que me salgan más.
Para hidratarme la cara he comenzado
a usar Hidra Vegetal, de Yves Rocher, que hidrata mucho pero sin dejar
sensación de grasa.
Y voy a retomar la actividad. La
próxima semana comienzo con clases de Salsa y estoy meditando seriamente
comprarme el artefacto con forma de flor de Decathlon para hacer abdominales en
casa, pero de eso no estoy muy convencida de momento. ¿Me lo recomendáis o creéis que será tirar el dinero?
Espero que mi plan funcione y que
para finales de mayo, que tengo una boda, no me dé escalofríos mirarme al
espejo.
Además, me temo que este verano voy a pasar muchas horas en la piscina,
y me gustaría poder jugar con mi peque en bikini, sin tener que taparme los
michelines con un pareo o con una toalla.
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